martes, 30 de septiembre de 2008

El voto no positivo

Mientras el mundo se convulsiona al compás del "voto no positivo" del Congreso norteamericano a la propuesta de Bush, el neoliberalismo, que de la mano de los planes del FMI y el Banco Mundial han esparcido la miseria por las naciones más pobres, aquilatando las enormes ventajas de pertenecer al círculo de los privilegiados a cualquier precio, empieza a batirse raudo en retirada, y hoy las propuestas más escuchadas son de un grosero intervecionismo. Hace menos de un mes esto seguía constituyendo la suma herejía del credo neoliberal aún imperante, pese a sus rotundos fracasos, como en el caso de Argentina (que allá por el 2001 declaraba orgullosamente el default de la mano de un presidente provisional que en circunstancias más recientes se sumó a la guerra guacha): Los grandes oradores del credo liberal se convierten uno tras otro a las virtudes de la regulación y la intervención del Estado. Así, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, se preguntó ayer: "¿Qué han hecho los Estados en el Reino Unido, en Bélgica, en Luxemburgo, en Holanda, en Alemania? Intervinieron para garantizar la seguridad y estabilidad del sistema financiero en sus países y en Europa. Apoyo sin reservas esas iniciativas. No debemos ceder ante la desestabilización, hay que apoyar a los bancos".

Esta crisis del capitalismo repite los mismos libretos de siempre: los que hicieron la fiesta, se tomaron el champán y se comieron la pizza, ahora quieren que el estado salga en su rescate, a pesar de que a los más pobres les repiten con descaro los riesgos que no pueden asumir, mientras ellos especulan al filo de la cornisa con plata ajena o peor aún con plata inventada: En las manifestaciones a las puertas de la Bolsa de Nueva York se ha calificado esta solución de ayuda al sector financiero como "socialismo para los ricos, liberalismo para los demás", tan familiar a los neoliberales, como enseña la historia, en todas las mutaciones de idéntica índole. (...) Por hacer unas comparaciones cercanas: si el rescate se elevase finalmente hasta un monto total de 700.000 millones de dólares, equivaldrá a vez y medio el costo de la guerra de Irak (sin tener en cuenta los gastos colaterales de la última, estudiados por Stiglitz); la ayuda a Africa, comprometida en la ONU pero no desembolsada por las potencias donantes, será tan sólo una décima parte del monto de esas ayudas al mundo de las finanzas.

En alguna oportunidad le explicamos a Marianito T que la fiesta del poroto que tanto los envalentonaba venia en tiempo de descuento, que los precios de los commodities que los hacían tirar manteca al techo, y creerse los dueños del universo eran especulaciones de los mercados financieros más interesados en los fondos buitres que en los "chacareros" de nuestras pampas: La incertidumbre y el malestar frente a la negativa del Congreso estadounidense al megasalvataje condujo a los fondos de los inversores otra vez a refugiarse en "activos seguros", y ante tanto ruido, nada mejor que el oro, que ayer ganó seis dólares. El resto de los commodities operó a la baja, ante la posibilidad cierta de un estancamiento de las principales economías mundiales, lo que redundaría en un menor consumo.

Así las cosas, los muchachos verán subir transitoriamente el dólar pero caer el precio de sus exportaciones, y el Estado, al que con tanto placer estuvieron cuestionando durante todo este tiempo tendrá que venir a "rescatarlos" de los frutos amargos de su desmedida ambición. Utopía desmedida aquella del lomo a 80 mangos, van a tener que volver a mirar al mercado interno con menos soberbia y si pueden, si algún rincón de sus pervertidos corazones se los permite, con algo más de solidaridad.

Los medios mientras tanto siguen con la misma sintonía, haciendo el acopio de la suba del riesgo país, medido por los mismos tipos que provocaron esta crisis de dimensiones colosales y que hoy suplican la intervención del estado que condenan en las economías periféricas. Paradojas de la vida, multiplican los comentarios referidos al viento de cola y el viento de frente, cuyas consecuencias repercutirán primero e indefectiblemente en sus socios del piquete blanco. Lo cierto es que las actuales circunstancias van a obligar a la Mesa de Desenlace a abrir el poncho y dejar a un costado el facón, a no ser que lo quieran usar para hacerse un harakiri.

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