En esta pulseada interminable, en la que el campo intenta generar hechos políticos demostrando una capacidad de movilización inusitada, en la que miles de productores han decidido sumarse como furgón de cola a aquellos que los explotan como los grandes grupos económicos y las grandísimas agroexportadoras, de trabajadores rurales que, presionados o no, aceptan las condiciones de explotación más deplorables, más indignas, y salen de claque de sus explotadores, pequeños, medianos, infinitamente débiles, y a la vez, infinitamente útiles al gran capital que cada vez que puede los humilla y los friega, hay algo que no encaja, que patina porque no se entiende.
Es tan complejo de entender como la posición de sectores de la clase media urbana, indignados con Cristina porque "la soberbia" del discurso confronta "autoritaria" con los chacareros, pero que es incapaz de ver la soberbia y el autoritarismo de los productores agro-exportadores que cortan las rutas, requisan camiones, cuyos dirigentes dicen que la presidenta miente, que se adjudican la fundación y núcleo central de la patria, y que a los cuatro vientos proclaman la defensa del modelo agroexportador como único válido para el país.
El desabastecimiento y los aumentos de precios nos perjudican a todos, pero la clase media despotrica contra el gobierno.
Ahí está, en la tele, cada corte que impide que lo más básico llegue a su mesa, pero el cronista puede en un discurso esquizofrénico, negando la imagen que se ve en la pantalla, compartir con su platea que la culpa de todo la tiene el gobierno de la Cristina que es una soberbia, incapaz de gobernar que tiene que renunciar ya, pero eso no es un discurso desestabilizador, eso no es golpismo. A lo sumo es libertad de empresa, de empresa de multimedios concentrados, cuyos intereses con los del campo están altamente imbricados, pero de eso no informa nuestro presentador, que tiene el gesto de un Cicerón de la república argentina.
Después tenemos lo previsible, las clases altas, los poderosos de la Argentina cerrando bloque con los toros premiados de la Sociedad Rural, con la ropa de La Martina agarrando la cacerola por primera vez en la vida.
La oposición que es un arco de lo patético. Desde la izquierda representada por Ripoll y el PCR, que ven el milagro del campo movilizado y lo confunden con el ejército de Mao, pasando por Carrió que no sabe de que micrófono colgarse para hacer algún juramento apocalíptico, hasta la profusa derecha representada por López Murphy, De Narváez, Blumberg , Rodríguez Saa, a puro título de ejemplo.
Frente a todo esto sigue siendo increíble que la procesión patriótica del 25 y la del día de hoy se rotulen de "pueblo", y exijan que el proyecto de la Nación sea el suyo, el de Roca, el de la Sociedad Rural, el del complejo agro - exportador en contra de cualquier intento tímidamente industrialista o mínima redistribución de la riqueza.
Pregunta obligada después de más de 80 días de lock out criminal y desabastecedor, de movilizaciones y discursos desestabilizadores, estos sectores que ganan muchísima plata quieren volver al país del que salimos, donde la mitad de los argentinos era pobre y pasaba hambre. Quieren volver al modelo menemista, al 1 a 1, a los viajes a Europa y el voto - cuota, quieren que todo lo que lleva valor agregado venga del exterior, que importemos hasta el papel higiénico, porque el modelo que reivindican es agro- exportador, y los únicos que ganan son ellos.
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